Nacho Lucero. Uno es la medida de su montaña
Ignacio Lucero

La historia de Nacho es única. Suena increíble pero es real

De un infarto a 7000 metros en 2011 a la cumbre de un ochomil en 2019. La reconfiguración de Nacho

Nacho Lucero dice “Uno es la medida de su montaña. Y estoy convencido de ello, sobre todo porque fue uno de los puntos que guiaron mi estrategia para hacer cumbre en el Gasherbrum II en 2019.
Una montaña que forma parte del cordón del Karakórum en Pakistán. Es parte de los Himalayas y uno de los ochomiles de los 14 que hay en el mundo.
Fue un ascenso muy particular, en parte porque fue mi primer ochomil, pero -por sobre todo- porque fue la primera vez que volví a los Himalayas luego de sufrir un infarto en el Manaslú en 2011, la octava montaña más alta del mundo.”

Fotos de Nacho Lucero en el Gasherbrum II (8035 m)

“Luego de ese accidente me quedé sin nada: no podía interpretar, ni ver la hora, ni siquiera hablar; gracias al ACV que sufri mientras me operaban en Nepal.
Me dijeron que nunca más haría montañismo.
La ciencia me había lapidado. Fueron claros: no había chance de volver a exponerme a esa hipoxia y altura.
Es que luego de un infarto a más de 6000 msnm, días de caminata en la montaña para ser evacuado y un ACV en medio de la operación no era un antecedente muy prometedor.
Tenía las 2 lesiones más grandes posibles, el corazón y la cabeza. “Me tengo que reconfigurar”, pensé.
Había hecho 4 expediciones a los Himalayas, parecía ser que no iba a haber una quinta… o por lo menos es lo que me aseguraban. Pero yo no creía que tuviera que ser así. Me dediqué los años siguientes a entrenarme, fisiológica, mental y físicamente para volver a hacer un intento a los 8000.
Elegí mi objetivo, tracé los hitos y uní los puntos para lograrlo, 100 % en el detalle. Decidí que esta vez el intento sería en el Gasherbrum II, porque era una montaña que conozco y Pakistán un país en el que me siento cómodo.
Esta “Montaña de la luz” me era muy familiar, ya había hecho 2 expediciones allí antes y eso me quitaba presión. Ir por un terreno conocido era parte de las previsiones que tomé, no se me podía escapar nada.
Igual eso iba a tener un precio, ya lo sabía y no me importaba pagarlo.
Tenía claro que no iba a una situación de supervivencia, iba a un logro y tenía una capacidad de autoeficacia tan alta que pude prepararme bajo 3 premisas: frialdad, conocimiento y mucha disciplina.
Y la cumbre ocurrió, tal como lo imaginé durante años, pero en una ausencia total de emociones. Fue la montaña menos emotiva de mi vida, no me provocó nada…
Cero…
Fue muy diferente a cuando volví a subir al Aconcagua después del infarto, porque estaba latente la posibilidad de que nunca lo lograría de nuevo, la estadística no estaba de mi lado. Esa cumbre sí que fue emotiva, un desborde, un llanto. Un desahogo total que tuve la oportunidad de vivirlo con Oro, mi perro y compañero.
Aunque te parezca raro, esa falta de emotividad también la había planificado. ¿Por qué? Las emociones demandan grandes cantidades de energía y ese era mi precio a pagar, yo necesita enfocar todo lo que tenía en lograr que mi corazón me respondiera de la forma que lo necesitaba. Estaba todo el tiempo al límite.
Desde la comida hasta la cantidad de agua que podía ingerir, todo era de acuerdo a un plan. Hubo días en los que no llevaba nada en el estómago, como en las marchas por arriba de 6000 y en particular el día de la cumbre, era necesario para reducir los efectos de la altura. Todo lo que consumía eran geles formulados, como un astronauta.
Otras veces caminaba totalmente deshidratado, para bajar el volumen a la sangre y aliviar el corazón. Fue un ejercicio de voluntad, disciplina y mucha concentración. Y una estrategia muy poco común…
Me gusta pensar que uno es la medida de su montaña y para eso el autoconocimiento es fundamental.
Implica tener muy en cuenta los puntos débiles y las fortalezas, ser sinceros con lo que podemos y con lo que no podemos hacer, con mucha consciencia de uno mismo.
¿Qué te diría si estás pensando en una montaña?
Eliminá tus dudas, porque no debe haber ninguna al momento de iniciar la marcha en tu montaña.
Si hay duda, no hay más duda… te morís, no lo hagas.
Esa incertidumbre es posible trabajarla con mucha autoconsciencia y entrenando todas las variables necesarias.
Y hay muchas montañas que te permiten poner a prueba tus habilidades, tu mente y tu fisiología. En Argentina, la zona de Atacama es un gran destino, una región desértica que requiere de mucha cabeza, planificación y equipos.
Tiene cumbres que invitan a ser ascendidas porque se ven accesibles, pero no hay que subestimarlas… Sus alturas requieren de aclimatación y entrenamiento.
Es un destino que me encanta y tiene una gran potencialidad para las actividades de montaña. En especial me gusta mucho el monte Pissis, ¡me encantaría bajarlo esquiando por su glaciar!
Pero seguro que esa será otra historia…”
PD: El Pissis es una de la montañas más lindas de Atacama, mirá sobre ella aquí

Entrevista a Nacho Lucero
Guía de montaña de ANTIS Outdoor

Por Natalia Hellriegel

Para más información sobre las expediciones, trekkings y cursos liderados por Nacho Lucero, ENVÍA TU MENSAJE AQUÍ

Te compartimos una nota en diario MDZ On Line sobre Nacho Lucero y su increíble historia personal AQUÍ