
El Tronador de 3.491 metros es un cerro emblemático de la Patagonia argentina. Cerro escuela y residencia de grandes montañistas argentinos como Sebastián de la Cruz famoso por su protagónico ascenso al K2 televisado por Al Filo de lo Imposible. A continuación compartimos contigo el relato del ascenso a la cumbre del Tronador por Alejandro Routurou de ANTIS OUTDOOR®
El 05 de enero pasado, junto a mis amigos Facu, Javier y Gustavo, nos encontramos con la gente del CABA en la esquina del Club Andino Bariloche y horas más tarde con el resto del grupo en Pampa Linda. Del 5 al 8 de enero fue la Primera Etapa del Curso en la zona del Glaciar Ventisqueros Negros.
Tuve algunas voladas graciosas y otras con más adrenalina que me recordaron los tiempos en que entrenaba en la Palestra del Cenard y mis salidas a escalar en roca. Como olvidar los sermones de Eloy y sus miradas de indignado ante nuestras burradas y “bloopers verticales”. Javier, Facu y yo parecíamos Curly, Larry y Moe intentando escalar. Que paciencia nos tuvo!
El 9 de enero fue el día de descanso en Pampa Linda y el 10 fue el ascenso hacia el refugio Otto Meiling que nos tomó unas 4 hs desde el camping Pampa Linda. Como los instructores del CABA decidieron formar cordadas de 3 personas, Facu, Javier y Gutstavo quedaron en una y yo me uní a Jorge Peterek y Alfredo Rosasco, dos leyendas vivientes del montañismo que escalaron junto a José Luis Fonrouge en los 60 y participaron de varios ascensos heroicos y en las primeras expediciones argentinas a los Himalayas. Era un verdadero honor estar en su cordada y escuchar sus anécdotas de aventuras verticales cada vez que transitábamos el glaciar o por la tarde tomando unos mates en el refugio Otto Meiling.
El día previo al intento de cumbre cenamos temprano tipo 19 hs y nos dispusimos a vivaquear esperando ansiosos el Día de Cumbre. Una noche ideal para dormir a la intemperie contemplando las estrellas y la cumbre del Tronador a lo lejos. Algunos prefieren dormir en un hotel 5 estrellas, yo elijo dormir bajo un cielo de miles de estrellas.
A las 2,30 am siento unos destellos de luz en mi rostro y unas piedritas sobre mis piernas. Era el instructor Hernán Llovera que estaba tratando de despertarme a los piedrazas y con luces. Yo había puesto la alarma a las 2 am, no la escuché y me había quedado dormido. Debíamos salir a las 3 am así que en media hr me cambie, preparé el desayuno, arme la mochila y a 5 min de salir me puse rápido el arnés, crampones, casco y todo el equipo de escalda. De acuerdo al plan de los instructores, junto con Hernán, Eliana, Jorge y Alfredo salimos a las 3.30 am, media hr antes que el resto de las cordadas para ir abriendo huella en el glaciar. Una hora más tarde, empezamos a divisar las hileras de lucecitas de las otras cordadas que se nos acercaban. A las 7 am disfrutamos de un imponente amanecer desde el Filo de la Vieja mientras algunas de las cordadas todavía rapelaban hasta el glaciar. Un rato más tarde y a 3 horas de la cumbre, Jorgito Peterek, de 75 años ya venía muy cansado y decide regresar. Alfredo y Javier deciden acompañarlo en su descenso por eso se dividieron las cordadas y yo pase a estar en la cordada junto a Eloy, Facu y Gustavo, mientras que Hernán y Eliana se sumaron a la corada de Pablo y Eche. Estuve a punto de bajar, ya me consideraba satisfecho con el curso, con las experiencias vividas y lo aprendido hasta el momento pero Jorgito me dio un gran abrazo y me dijo “Anda pibe, no te pierdas la cumbre y abajo brindamos”. Era imposible decirle que no así que sin dudarlo hice un 8, luego un Prusik y me encordé de tercero a los muchachos que me estaban esperando. De ahí hasta la cumbre fueron dos largas horas cuesta arriba por tramos muy expuestos con mucha verticalidad y una trepada de 10 mts en técnica 12 puntas y piolet tracción hasta la cumbre.
Eran las 10.30 am cuando llegamos y nos abrazamos con el resto del grupo en la cumbre. Un paisaje increíble y un momento inolvidable! Luego de estar más de 1 hr y del ritual obligado de fotos y videos en la cumbre, tras comer unas ricas galletitas con paté y salame, decidimos emprender el regreso. Teníamos por delante 4 hs de descenso hasta el Filo de La Motte y 1 hr más hasta el Refugio Otto Meiling. La bajada fue agotadora y estresante por momentos, con algunos tropezones y caídas por el cansancio. Llegando al Filo de la Vieja me hundí hasta la cintura por no ver bien un puente de nieve blanda. Facu y Gustavo no paraban de reir, pero desde mi posición no causaba mucha gracia ver las grietas de azul oscuro que se asomaban a mis costados. Finalmente a las 16.30 llegamos al Filo de La Motte, agarramos el resto del equipo y comida y bajamos hasta el refugio Otto Meiling donde me encontré con Jorgito y Alfredo y les di un fuerte abrazo al llegar. Ahora si podíamos festejar la cumbre, como debe ser, una vez que uno regresa sano y salvo al campamento base. A la noche nos juntamos varios del grupo del CABA a comer cordero y tomar vino en el refugio Otto Meiling y brindar entre todos por el curso y la cumbre lograda. Disfrutar de un Tercer Tiempo con amigos montañistas, ya sea en un campamento, refugio o parrilla, es un de los grandes placeres de esta apasionante actividad. No tengo más que palabras de agradecimiento a los instructores del CABA Martín, Hernán, Eloy, Eche, Tobías y Marian por sus enseñanzas y transmitirnos su experiencia, a mis amigos Javier, Gustavo y Facu por estar siempre presente cuando más los necesitaba y especialmente a Jorgito y Alfredo por dejarme pertenecer a su cordada lo cual fue un gran honor. La verdad que es un placer ir a la montaña con un grupo así.
Alejandro Routurou
Del Equipo de ANTIS OUTDOOR®

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